TABASCO. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), hoy en día el 49.7% de mujeres mayores de 15 años en México han sufrido algún tipo de acoso sexual en toda su vida.
En tanto que la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) reveló que en Tabasco casi el 29% de la población femenil, admitió haber enfrentado alguna situación de acoso y/o violencia sexual.
Lamentablemente, según las estadísticas, la mayoría de las víctimas prefieren no alzar la voz, por miedo a que sus acciones tengan consecuencias o no les crean su situación.
Existen diferentes tipos de acoso sexual, el más común es el verbal, pero también hay no verbal, laboral, escolar, físico y el grooming, que es el que se da a través de las redes sociales.
‘ASCO Y TRISTEZA’
“En una ocasión venía saliendo de la prepa y estaba esperando transporte, había un hombre detrás de mí, escuché que me hablaba y se estaba masturbando detrás de mí”, acusa Saraí Morales, una joven en la que se perciben las secuelas de esta experiencia, ya que aún se pone nerviosa e incómoda para hablar del tema.
“Mi tío, cuando yo tenía 7 años, entraba a mi cuarto y tocaba mis partes íntimas”, revela Evelyn “N”, con coraje. Ella, segundos después de terminar la grabación, solicitó que se resguardara su identidad, debido a que sus padres y familiares nunca creyeron lo que estaba viviendo.
“La primera vez que sufrí acoso sexual fue a mis 13 años; estando en una plaza comercial un señor puso sus manos en mi cadera”, cuenta Jerusalén Villegas. A decir de ella, no es lo más fuerte que ha enfrentado, pero sí fue su primer acercamiento con este problema.
“Cuando tenía 14 años, estaba en el Centro con mi familia, esperando en una banqueta, cuando pasó un hombre y me tocó las nalgas”, recuerda con repugnancia Estefany Collado. Molesta, afirma que al sentir el contacto volteó a ver a su agresor y el sujeto sólo se empezó a reír de ella.
Estas situaciones causaron en Saraí, Evelyn, Jerusalén y Estefany sensaciones de miedo, asco, inseguridad y tristeza, debido a que en muchas ocasiones se sienten como un simple objeto para los hombres.
Pero esta situación no se detiene allí. Las cuatro confiesan que en su día a día padecen de este tipo de intimidación recurrentemente. En cada salida fuera de su hogar, en cada caminata por la calle, sienten las miradas, los chiflidos, escuchan las expresiones verbales disfrazadas de halagos. “Mamacita”, “adiós mi amor”, “estas buenísima”, son sólo algunas de las frases desagradables o agresivas que les endilgan.
NO A LA INDIFERENCIA
Esto ha provocado que muchas mujeres que no han sufrido un acoso “extremo” y sólo han recibido miradas o acoso verbal, digan que ellas nunca se han visto envueltas en estas situaciones.
“Nunca he tenido una situación de acoso (…) cuando los carros pasan, te gritan y te dicen de cosas”, señala Lila León, pero admite que ella prefiere ignorar la situación y seguir adelante con su vida.
De la agresión verbal al ataque físico, a la tragedia, no hay más que un paso. La costumbre puede escalar a un nivel de violencia fatídico, sobre todo en un país como México, donde ocurren en promedio, 2.7 feminicidios diarios. Una mirada o un “halago” puede convertirse en un asesinato.
En Tabasco hay testimonios de ello. Tan sólo en 2024, en el llamado Edén se registraron 36 casos de feminicidios.