TABASCO.- Nació con los ojos azules hace más de 60 años y desde hace una década el traje rojo le complementa la abundante barba blanca que los años le han regalado a él y a los locatarios y asistentes del mercado José María Pino Suárez, lugar donde el bullicio y los aromas a comida se entremezclan; allí año con año, Manuel B. se roba las miradas y los corazones.
Aunque es apoyado por sus hijos, portar el traje también representa una fuente de ingresos para Manuel. Y más que el traje, le debe a su barba que también sea llamado en Semana Santa para interpretar a personajes como Barrabas.
Cada diciembre, desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde, se le encuentra recorriendo los pasillos del mercado, saludando a los visitantes y, por supuesto, ofreciendo sus servicios como Santa Claus para eventos privados.
Su historia comenzó hace diez años, después de una breve temporada llevando clases de teatro. Luego, un simple juego de roles en una fiesta lo llevó a descubrir su vocación navideña.
“Muchas veces los amigos y la familia me decían: oye, ¿por qué no te dejas crecer tu barba? la harías bien de Santa Claus. ¿Será? dije yo, me están cotorreando”, recuerda entre risas.
“Lo que me gusta de esto es que no hay edades para el evento, porque tanto chicos y grandes se divierten, nos la pasamos bien, disfrutando la época decembrina”, expresa Manuel.
Y es que su presencia en el mercado va más allá de una simple caracterización; se trata de una conexión especial con la gente, de compartir momentos de felicidad y de transmitir un mensaje de paz y armonía.
Su pasión por el espectáculo tiene sus raíces en la infancia, cuando participaba en concursos de oratoria y bailables. “Siempre me ha gustado ese ambiente”, asegura. Y esa misma pasión la vuelca en su papel de Santa Claus, recorriendo los pasillos del mercado, saludando a los locatarios y a los niños que se acercan con ilusión.
Pero ser Santa no es solo ponerse un traje rojo y una barba blanca. Para Manuel, es una responsabilidad, una forma de llevar alegría a los demás y de fortalecer los lazos familiares.
“El mensaje es que la convivencia sea familiar y sana”, afirma. Para él, la Navidad es una época para compartir en familia, para disfrutar de los seres queridos y para valorar las cosas simples de la vida.
Al finalizar diciembre, cuando el ajetreo navideño comienza a calmarse, Manuel se quita el traje de Santa y vuelve a ser Manuel B. Sin embargo, su barba sigue ahí, esperando la próxima ocasión para volver a transformarse en algún personaje querido u odiado.
Así, año tras año, este tabasqueño de corazón sigue llevando la magia navideña al mercado "Pino Suárez", demostrando que la ilusión no tiene edad y que la sonrisa de un niño es el mejor regalo.