TABASCO. En un mundo dominado por lo digital, Magali Caballero y Mario Brannan han encontrado en la encuadernación y el trabajo manual un refugio para lo análogo.
Su proyecto, La Jiribilla Cuadernos y Diseños, iniciado formalmente en julio de 2020, nació de una pasión compartida por la encuadernación y el ámbito editorial.
Lo que comenzó como un pasatiempo impulsado por decepciones laborales, pronto se transformó en un emprendimiento serio con identidad propia.
“Para mí, la encuadernación es darle espacio a lo análogo definitivamente. El hecho de poder escribir, de poder dibujar en un soporte, también da otra experiencia, una que se puede conservar físicamente”, afirma Magali, quien confiesa: “amo los cuadernos desde que soy niña y ahora que los hago, muchísimo más”.
Ambos, dibujantes por afición, unieron sus talentos tras coincidir por destino: Magali tomó un taller de encuadernación en 2013 y Mario en 2016. Ella incursionó en el grabado ese mismo año, aunque no lo practicaba habitualmente, y él también aprendió con el tiempo. Hoy, su trabajo combina técnicas como dibujo, bordado y acuarela.
Al notar que las libretas de portadas “lisas” carecían de carácter, decidieron darles vida con grabados propios, elevando su oficio a un nivel artístico. “Encontré una forma de expertisse físico; algo manual; saber que puedo elaborar algo, eso se me hace importante. Es algo que siento que es importante que las personas puedan hacer”, explica Mario.
Aunque no tienen un lema, “Hecho con Inteligencia Artesanal”, bien podría ser el de La Jiribilla. Así está plasmado en una ilustración de Brannan: una figura femenina, inspirada en Magali, cose el lomo de un cuaderno sobre una guillotina roja, rodeada de herramientas como reglas y pistolas de silicón, anclada a una placa de circuitos verdes.
Las iniciales “IA” en un sticker rectangular no aluden a la inteligencia artificial, sino a un compromiso con la artesanía.
Más allá de los cuadernos, ofrecen servicios editoriales para escritores independientes, con 20 títulos publicados. “Son las personas escritoras que se acercan a nosotros para que les ayudemos a hacer el diseño y materializar sus libros”, detallan.
También imparten talleres, como el de Libros de Mujeres Artistas, enfocado en proyectos femeninos, y exploran técnicas como miniaturas en acuarela, bordado en sellos postales y más. “Nosotros ofrecemos tanto productos de encuadernación como técnicas que pueden ser consideradas de oficio, porque también me gusta mucho reivindicar el tema de los oficios”, subraya Magali.
Su proyecto editorial más reciente, una revista en formato de “casetera tríptico”, busca dar voz a escritores de las generaciones de los 80, 90 y 2000. “Queríamos que no fuese una revista en la que la gente nos regalara sus poemas, sino generar una estrategia para poder pagarles”, explican.
Así, cazan talentos en lecturas o eventos, ofreciendo una remuneración por poema, acompañada de ilustraciones, posters en serigrafía y una edición cuidada. “Es raro que alguien te pague por tus poemas. Generalmente, si son revistas, te los piden y es el favor de publicarte; entonces, tratamos de generar una estrategia a pequeña escala que pueda tener ese compromiso”, añaden.
La Jiribilla no solo apuesta por la calidad, sino por la sostenibilidad económica: los servicios de publicación son cubiertos íntegramente por los clientes, con precios justos que reflejan el valor de su trabajo, por lo que invitan a consumir diseño y artesanía nacional, compitiendo contra productos importados, y a seguirlos en Instagram (la_jiribilla-booksanddesing) y Facebook (La Jiribilla Cuadernos y diseño), donde prometen mostrar más de sus procesos creativos.
Sus cuadernos, únicos por su experimentación con materiales como terciopelo, forros de tela bordados o teñidos con la técnica japonesa de suminagashi (pintura sobre agua), reflejan su filosofía: cada pieza tiene su peculiaridad.
Lo próximo para La Jiribilla es ampliar su alcance, publicar más libros y cultivar nuevos talentos, demostrando que, en una era digital, las manos aún tienen mucho que decir.