CAMPECHE. Autoridades sanitarias alertaron que el gusano barrenador no solo afecta a los animales, sino que también representa un riesgo para los humanos, a pesar de que en el mes de enero fueron liberadas unas 90 millones de moscas estériles en las fronteras de Campeche y Chiapas con Guatemala, para combatir los riesgos de la mosca responsable (Cochliomyia hominivorax).
El primer caso se detectó el 15 de diciembre de 2024, pero con el paso del tiempo la plaga se propagó rápidamente por buena parte del estado.
Para el 15 de abril de 2025, ya se habían confirmado 102 casos distribuidos en siete de los trece municipios campechanos, según el reporte oficial del Centro Nacional de Referencia en Parasitología Animal y Tecnología Analítica (CENAPA), avalado por la CPA-SENASICA.
Los Municipios con casos confirmados: Candelaria 48 casos; Carmen 19 casos; Escárcega 16 casos; Champotón 8 casos; Calakmul 7 casos; Campeche (capital) 3 casos; Hopelchén 1 caso.
Las Especies afectadas: Bovinos 90; Equinos 7; Porcinos 3; Cánidos 2
En cuanto a las partes del cuerpo donde se localizaron las heridas, los casos se concentraron principalmente en el ombligo, con 49 registros, seguido de los miembros, la vulva y el cuello. También hubo reportes menores en cuernos, cadera, orejas, e incluso fosas nasales y glúteos.
Ante el avance de esta plaga, la CPA-SENASICA intensificó sus labores de control y erradicación, aplicando tratamientos específicos para detener la infestación, como:
Limpieza y desinfección de heridas; Aplicación de mezclas insecticidas con Coumaphos, Propoxur y Prontalbin; Inyecciones de ivermectina; Baños medicados con cipermetrina y clorpirifos; Aplicación de antibióticos de amplio espectro; Recolección de larvas para análisis en laboratorio.
El gusano barrenador es causado por la larva de la mosca Cochliomyia hominivorax, la cual se alimenta del tejido vivo de los mamíferos, lo que genera graves heridas y pone en riesgo la vida de los animales, e incluso puede atacar a los humanos si no se controla a tiempo.
Este brote enciende las alertas entre ganaderos, autoridades y comunidades rurales, quienes tienen que redoblar esfuerzos para evitar más daños en la producción pecuaria y riesgos a la salud pública.