Para el periodista e investigador estadounidense Robert Whitaker, los medicamentos siquiátricos no han mejorado significativamente el tratamiento de las enfermedades mentales y, de hecho, pueden estar contribuyendo a su aumento.
El reconocido escritor presentó su libro Anatomía de una epidemia: balas mágicas, medicamentos siquiátricos y el asombroso aumento de las enfermedades mentales.
Señaló que la obra cuenta la historia de cómo diversas compañías farmacéuticas usaron el prestigio de siquiatras en los centros académicos para construir el mito, sin fundamento científico, de que padecimientos como depresión, ansiedad o esquizofrenia eran causados por desequilibrios químicos en el cerebro, haciéndole creer al público que los fármacos eran la solución.
“La publicación de la tercera edición del Manual de Diagnóstico Estadístico por la Asociación Americana de Siquiatría (DSM III) en 1980 cambió el juego, ya que contribuyó a cimentar en la opinión pública el supuesto vínculo entre enfermedades mentales y la falta de sustancias químicas en el cerebro”.
“Divorciarse, ser despedido, la inestabilidad económica o el estrés familiar, problemas que en la vida de una persona podrían causar dificultades emocionales y sicológicas, desde entonces se catalogaron como verdaderas enfermedades al igual que otros padecimientos físicos, por lo que tenía sentido que los fármacos fueran el tratamiento de primera línea. Esa historia contada al público, más que científica, fue un cuento de marketing”, comentó el autor.
Director de publicaciones de la Escuela de Medicina de Harvard, premio George Polk al Periodismo Médico en 1988 (uno de los más respetados en el periodismo estadunidense), finalista en el Pulitzer Prize for Public Service por una serie de artículos coescritos en el diario Boston Globe.
La hoja de vida del autor bastaría para sustentar por sí misma su investigación; sin embargo, el periodismo científico se respalda en evidencia.
Prueba de ello son los datos estadísticos que Whitaker proporciona en su obra, como el aumento significativo y acelerado de personas discapacitadas por enfermedades mentales en Estados Unidos desde 1955, al grado que hoy día uno de cada cinco estadunidenses toma un fármaco siquiátrico a diario.
En 1987 había un millón 250 mil personas que recibían una prestación del Ingreso por Discapacidad de Seguridad Social (SSDI) debido a una enfermedad mental, mientras que en la actualidad ese número se sitúa en casi 4 millones.
El autor también destacó que dicho aumento también se ha observado en niños, donde la enfermedad mental se ha convertido en la principal causa de discapacidad. “Inicialmente, se estimaba que sólo 3 por ciento de esa población presentaba comportamientos que justificaban un diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Sin embargo, con la relajación de los criterios de medición en ediciones posteriores del DSM III, uno de cada 10 niños en edad escolar en Estados Unidos recibió este diagnóstico, con el respectivo uso de fármacos para tratarlo.
No obstante, dijo, esos fármacos están asociados con una amplia lista de efectos adversos como insomnio, dolores de cabeza, depresión, ansiedad, irritabilidad apatía, síntomas obsesivo-compulsivos, episodios sicóticos, alucinaciones e incluso el riesgo de muerte súbita cardiaca








