VILLAHERMOSA, Tab.— «No vamos a poder depender toda la vida de aires acondicionados», alerta la arquitecta especialista en urbanismo, Gisele Ángulo Noriega, para hablar de los «hornos» en que se han convertido las casas de interés social, en zonas urbanas de Villahermosa.
Esto debido a las altas temperaturas registradas en los últimos dos meses. Además, la académica con fuentes relevantes plantea dar marcha atrás a la «especulación inmobiliaria», que ha guiado la construcción de fraccionamientos de interés social en la entidad, para asumir «un compromiso ético para construir vivienda».
La catedrática de urbanismo, de la División Académica de Ingeniería y Arquitectura de la UJAT, trae a colación el deceso de una docena de monos entre los cacaotales de villa Tecolutilla, municipio de Comalcalco, y los recientes apagones que han sufrido los vecinos de los fraccionamientos urbanos de Villahermosa, para hablar de una misma raíz del mal:
«En estos días hemos visto que las condiciones climáticas se han vuelto mucha más agresivas para los animales, que no han tenido la capacidad de adaptarse a esta nueva condición. Nosotros sobrevivimos porque tenemos medios artificiales que nos hacen subsistir, pero no vamos a poder depender toda la vida de los aires acondicionados. Los comentarios de todos son que nunca habíamos sentido este calor atípico, y percibimos que nuestros aires acondicionados no logran enfriar, a pesar de tener mucho más tiempo encendidos».
El fracaso de la agenda 2030, suscrita por los 193 estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas, ente ellos México, en septiembre de 2015, se ceba ahora en las salas de estar de las familias tabasqueñas, donde ni los ventiladores ni los climas son suficientes para enfriar el inmueble.
«Sí que habría que hacer una reflexión fuerte con la vivienda existente y con la futura vivienda que se tiene pensado hacer. Desde la academia, desde las instituciones, desde las ONG's y gobiernos, se debería tener un compromiso ético sobre el construir vivienda».
CASAS FAVORECEN PRIMERO EL MERCADO
Lo que ha sucedido con los gobiernos federal, estatales y municipales es que, en vez de cumplir el objetivo 11 —de la agenda 2030—, que propone «asentamientos humanos (que) sean inclusivos, seguros, resilentes y sostenibles», han financiado casas de interés social obedeciendo a las reglas del mercado, y los menos beneficiados son los receptores de esos «créditos», la clase trabajadora.
«Se hacen (casas) para mover sobre todo la economía, no tanto para dar una vivienda digna al promedio de personas llamados obreros o cualquier persona que tenga para acceder a un crédito», explica la investigadora.
Apostar parte del PIB a la construcción de viviendas para reflejar «crecimiento económico» ha generado efectos negativos. El Sistema Nacional de Indicadores de Vivienda para Tabasco, reveló que —del año 2015 hasta la fecha—, de las dos mil 193 viviendas evaluadas, el 57%, es decir ¡más de la mitad!, recibieron una calificación negativa, ya que no satisfacen el Índice de Desempeño Global (IDG).
VIVIENDAS DEFICIENTES
En el municipio de Centro muchas familias adquirieron un crédito para obtener una vivienda, pero construida en zonas vulnerables, como ocurre en los fraccionamiento Estrellas de Buenavista e Islas del Mundo, que en tiempos de lluvia, se inundan.
Muchas familias, por necesidad, adquirieron una vivienda, aunque estuviera alejada de la cabecera municipal. Un trabajador del fraccionamiento Villa El Cielo tiene que viajar 20 kilómetros si su centro laboral está en Villahermosa, y ¡otros 20 kilómetros para regresar a descansar!
A eso hay que sumar que en ocasiones se trata de viviendas levantadas en terrenos carentes de servicios básicos o construidas con materiales de baja calidad, que en tiempos de lluvia se filtran.
Un informe de Copladet señala que el costo de introducción de servicios públicos, «una vez que se han consolidado los asentamientos humanos que no fueron planeados, es 2.7 veces mayor» al costo normal.
UN MITO EL ESTADO CONSTRUCTOR DE VIVIENDAS
Para la académica Gisele Angulo, hay dos tareas pendientes: resolver los desafíos que dejan las casas de crédito social ya hechas, y planear mejor, a futuro, las viviendas de interés social que se buscan levantar.
«Mucha de la vivienda que nosotros tenemos, y pongo el ejemplo de Pomoca, es una vivienda que si bien está financiada por créditos gubernamentales, la mayoría, quienes accedemos a esas viviendas, a través de un crédito ya sea llamado Infonavit o a través de un crédito bancario, son viviendas que en verdad no hace el gobierno, sino que son viviendas que están hechas a través de particulares, de inmobiliarias».
En realidad, el estado constructor de viviendas, es un mito. Los créditos de Infonavit, que es el principal financiador de vivienda de interés social (seguido por los subsidios de la Comisión Nacional de Vivienda y de la banca privada), benefician en primer lugar a los constructores e inmobiliarias, cuya lógica de mercado es« maximizar las ganancias», sacrificando el bienestar de los futuros dueños de las viviendas.
«Son viviendas que no están hechas para pensar en verdad en dotar de hogar a los que no tienen vivienda. De esto hay muchos estudios, no es decir por decir. Hay organizaciones que luchan por la vivienda digna y autofinanciadas y gestionada por comunidades.»
La catedrática pone el ejemplo de Hical, una organización «que busca que la vivienda de interés social sea gestionada por comunidades y cooperativas».
Esa quizá sea la salida al nudo gordiano que se ha trenzado hasta ahora. «¿Qué pasa con la especulación inmobiliaria y con la industria de la vivienda que se ha hecho, en conjunto con los gobiernos y particulares? —se cuestiona la estudiosa del tema—. Es una vivienda que se hace para mover la economía y activar el mercado. No para dar vivienda. Si alguien quiere indagar más sobre esto puede buscar a David Harvey, que es un geógrafo que, en algún punto, se cuestiona si es verdad las ciudades crecen porque somos muchos o crece para mover el mercado.»