TABASCO. Una persona de la tercera edad que vive en una de las orillas del río Seco, del municipio de Paraíso, asegura: «Paraíso es un referente mundial por todo lo que se ha hecho aquí. Pero cuando se vayan los trabajadores de compañías internacionales, ¿qué se llevarán estos extranjeros? La imagen de un río que es una fosa séptica abierta a la intemperie».
Es la queja de los habitantes que viven a las riberas del río Seco, un afluente que bordea una parte de la cabecera municipal hasta rodear la nueva refinería Olmeca y pasar frente al poblado Puerto Ceiba, donde desemboca en las aguas del Golfo de México.
Los pobladores de más edad junto al río evocan lo tiempos en que se podían tirar las redes al Seco. «Hasta camarón de río había, lamentablemente esa época ya no volverá».
Señalan que tras el taponeo del afluente se dejó de sentir la corriente y las aguas se estancaron, aunado a eso el cauce comenzó a recibir las aguas negras de cientos de pobladores que viven a las orillas, cuyos caños no pueden subir hacia el enorme cárcamo que pasa por el subsuelo de toda la avenida Buenos Aires, desde las casas que están por el puente Cole hasta las que llegan muy cerca del cobertizo de Pemex. Sin contar los desagües de quienes viven más allá del puente Cole, hacia la ranchería Mozctezuma.
Ahora, a las aguas negras de cientos de caseríos y la basura de plásticos atrapados en el lirio que crece de lado a lado del cauce, se suman los contaminantes que la refinería Olmeca y las compañías petroleras (Pemex) vierten diariamente a la corriente, sin que haya una supervisión constate.
Pero se puede notar por la baja producción pesquera y la captura del ostión, de lado de la corriente que desemboca por lo que antes era la auténtica doble bocana y que dio nombre al puerto de altura mal llamado Dos Bocas.
«La apatía de las autoridades ha hecho que el río permanezca así desde hace tiempo. Ninguna administración municipal se ha preocupado por remediar la tremenda contaminación a cielo abierto que eso representa. El Ayuntamiento de Centro hace meses usó tecnología japonesa para limpiar la laguna de El Jícaro, con elementos naturales. ¿Por qué no se hace eso aquí? Porque no les importa», se quejó uno de los pobladores quien prefirió omitir su nombre.
Los lugareños solicitaron al gobernador electo Javier May Rodríguez, rescatar el río, la única esperanza es limpiarlo, dragarlo y vigilar que las empresas petroleras y habitantes no viertan sus desechos.
Es esencial tomar medidas urgentes para detener el deterioro continuo de este sitio y proteger el medio ambiente y la salud de la población.