PARAÍSO, Tabasco.— «En un inicio me ponía pantalón de mezclilla y camisas, pero era muy incómodo, hasta que un colega me dijo, trae short, eso ayudó a reducir el calor que me sofocaba», cuenta Honorio Palma, empleado de la refinería Olmeca, que literalmente cubre todo su cuerpo con ropa de trabajo para evitar exponerse a los rayos del sol y evitar la insolación.
Ni siquiera la cara se deja ver con esa vestimenta mientras labora bajo la extensa plancha de cemento, sin ningún solo árbol donde cubrirse del sol. Además, no hay tiempo para descansar, él junto con su cuadrilla, todos cubiertos de la misma forma, no paran desde que entran por la puerta cuatro, a las siete de la mañana, y salen a las cinco o seis de la tarde, echando colado todo el día para pavimentar algunas áreas del Administrativo y Predio 1.
«Así que ahora uso una camiseta de esas que no tienen mangas y un short, el overol y el buff, este es muy importante porque te cubre toda la cara, así no te quemas tanto, lo cual es inevitable, pero con el buff es menos, ya con los lentes y los guantes ya se siente uno más protegido», cuenta el joven profesionista, dedicado al área de seguridad industrial.
Antes de entrar a la refinería, Palma había laborado en un taller de soldadura y herrería, pero allí «la ropa era normal, porque acá no teníamos la cultura de usar overoles o camisas largas; ahora he observado en talleres afuera de la refinería, que ya se usan más».
A él le costó un mes acostumbrarse a tanta ropa encima; al inicio —recuerda— se sofocaba. «La primera etapa era la obra civil y era trabajar directo con el sol encima, mucha gente de otros estados del país, que no soportaban el sol, se vomitaban y les daban golpes de calor, la obra civil no es para broma».
Pese a los riesgos, la paga es el mejor incentivo para perder el miedo: un obrero gana entre cinco mil y siete mil pesos a la semana con horas extras. «Además —asegura el joven profesionista— la refinería es escuela. Mucha gente aprendió a manejar maquinaria y pasó de ser ayudante a maestro, mejorando su sueldo».
De acuerdo a la Secretaría de Energía, más de 35 mil trabajadores provenientes de todas partes del país llegaron a laborar en la refinería, entre carpinteros, albañiles, armadores, fierreros, ayudante de piso, operadores, vigilantes, estibadores, etc.
Durante el punto de mayor afluencia, las compañías montaron puntos de hidratación en la refinería, donde enfermeras tomaban la presión y ofrecían agua con hielo y sueros a los trabajadores que se acercaban.
«El calor es normal si eres de acá, pero hay gente del nevado de Toluca, de Ciudad de México, de Puebla, que se quejaban mucho del sol, pero aguantaron y al final hasta algunos se casaron y se quedaron a vivir acá, con todo y calor».













