QUINTÍN ARAUZ, Centla, Tabasco.— El sueño de los pobladores de Quintín Arauz se cumplió: Ya tienen conexión firme con el resto del estado, pero sus preocupaciones no se han ido. Ahora, la palabra que solucionará todos sus males, ya no es «el puente»; ésta fue desplazada por «una draga de succión»
No hay poblador que no esté feliz con lo imposible: tener un puente millonario, sin que produjeran ni una sola tonelada de maíz, como había condicionado la máxima autoridad estatal en el momento en que solicitaron la obra.
Antes de la construcción millonaria, salir de la isla representaba un gasto familiar por persona de 200 pesos, debido al alto costo del pasaje en la panga destartalada que navegaba la ruta por los 200 metros del río Usumacinta para dejarlos en tierra continental; ahora solo invierten 50 pesos.
Paradójicamente, cuando el bolsillo mejora, hay tiempo de pensar en el descanso eterno. Y los mayores de Quintín eso hacen: Están preocupados porque no tienen a donde ir cuando llegue la hora final. El único panteón que existe está saturado. Y lo que podría garantizar su descanso eterno es «una draga de succión».
ANTES FUE EL PUENTE AHORA LA DRAGA
En Quintín dan la impresión que todos son técnicos. Hablan con un desbordado entusiasmo de la maquinaria que ganará tierra al agua. Lázaro Pérez enumeró en orden de relevancia sus preocupaciones. Como buen padre, pide primero a las autoridades que se nivele y rellene un terreno de cuatro hectáreas, donado por la comunidad, para que los jóvenes del pueblo hagan deporte y se entretengan. Para jugar, actualmente los adolescentes pagan cinco pesos por persona al dueño de otro terreno maltrecho. «Se necesita una draga de succión», enfatiza.
La segunda cosa que, me cuenta, necesitan con urgencia, y esto ya lo dice más pensando en su generación y la que le antecede, es la ampliación del camposanto.
«El panteón ya se saturó. Ya no hay ni por dónde. Ahora, ¿a dónde vamos ir nosotros? Es preocupante porque aquí es un poblado grande», agrega.
Hace poco, ya hubo una «ampliación», pero no oficial porque el camellón que usaban para pasar el ganado se tuvo que habilitar para dar cristiana sepultura a unos importunados difuntos.
Y de nuevo aparecen las palabras que lo solucionarán todo. «Tenemos terreno, lo que queremos es una draga de succión para que nos rellene otros cien metros cuadrados, ¡mínimo!».
POBLACIÓN JOVEN Y ALTA MORTANDAD
Durante el día, en las calles de esa comunidad, no se ven muchos jóvenes ni adultos, aunque representan el 62 % de los mil 283 quintinenses, según el Censo de Población y Vivienda 2020. Una parte está estudiando y otra en labores del campo.
Es más fácil toparse con gente grande, ancianos tomando el fresco en la entrada de sus viviendas o ancianas atendiendo en improvisadas tiendas de lo que sería la sala de una casa. Los mayores representan apenas el 14 % de la población
Aunque Centla es el municipio con población más joven en Tabasco (26 años, la edad promedio), el índice de mortalidad del municipio está por arriba de la media estatal (7.0%) y la media nacional (7.1%). Por cada 100 nacimientos de madres entre los 12 años y más, ocurren 8 decesos en Centla, solo superado por Tacotalpa, Balancán y Jonuta, municipios con rezagos económicos.
SATURADO DESDE HACE TRES AÑOS
Para el delgado de la comunidad Víctor Magaña Hernández lo primero que se debe arreglar es el relleno de las calles. A decir verdad, no son muchas, pero están en pésimas condiciones. Pasan pocos autos y a paso lento, abundan más las motocicletas, los pochimóviles, las bicicletas y, por supuesto, los peatones.
Pero coincide con los otros entrevistados que la segunda necesidad es ampliar el camposanto. «Ya no hay cupo, el panteón necesita un relleno. Necesitamos una draga para el panteón. Hacen falta como cien metros para rellenar y estar completos».
La urgencia no es de ahora, sino desde hace tres años. «¿Y cuando alguien tiene la ocurrencia de morirse», salta la pregunta inevitable. El delegado explica: «Ahí van buscando, de ladito, donde pueda ser». Su asistente, que sigue la conversación, es más preciso: «Donde no haya cruz, ahí van a darle cristiana sepultura».
En Quintín, no hay chontal que no miente las dragas, como si fueran las llaves maestras para entrar al mismísimo cielo. Se comprende muy bien de lo que hablan cuando se recorre el poblado de apenas 24 kilómetros cuadrados: Todo es agua. Un brazo del Usumacinta los rodea completamente. Y aún dentro del islote hay una laguna. El camposanto, a las orillas del poblado, está rodeado de agua.
Las dragas pueden rellenar el terreno para que los jóvenes pateen con tenis una pelota o para el descanso eterno, cuando llegue la hora de colgar los tenis.