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    Publicado el 21 de julio de 2025

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    Plasma empatía ilustradora Alicia Becerra, en cuento de Bruno Estañol

    El libro por el Fondo Editorial de Centro sirvió para promocionar la lectura en escuelas de educación básica de la capital tabasqueña

    Tabasco.- Empatía, un concepto tan conocido como poco practicado, es lo que mueve a Alicia Becerra, dibujante, ilustradora y arquitecta, ha logrado plasmar los personajes nacidos de la ficción de uno de los cuentos del tabasqueño Bruno Estañol: El Hombre que Anhelaba Trabajar en un Circo.


    Se trata de un libro infantil que reunió a tres escuelas de educación primaria en la Biblioteca "Gregorio Méndez Magaña" en la colonia Atasta de la ciudad de Villahermosa, para su lectura, y que ahora forma parte del acervo del Fondo Editorial de Centro, junto con las ilustraciones de esta joven tabasqueña. 


    Proveniente de la colonia Punta Brava, Centro, Alicia Becerra Méndez comparte para Sintexto su primera experiencia en un proyecto de este calibre: ilustrar un libro infantil, lo que implica interpretar al autor, conectar con él y lo más difícil: hacerlo atractivo para los niños.


    “Empecé a asistir a eventos de ilustración digital y fue ahí que me enamoré de la ilustración, y me compré la tableta gráfica más barata posible, por no saber nada, pero con esa misma tableta hice el cuento”, relata.


    -¿Cuál fue la figura que más te gustó dibujar?

    -El Elefante. Como describían que era un elefante, de la India, las imágenes que he visto sobre ellos me ayudaron a ponerle muchos detalles. También por los colores, ¡los vivos colores con los que describían al elefante de este país!”.


    La artista dice que fueron aproximadamente 30 figuras las utilizadas en total para el volumen. 


    Por cada una elige una paleta de colores distinta, no le llevó mucho tiempo bocetearlos; ya con la ilustración, darles vida, es lo que lleva más tiempo: De unas cuatro a ocho horas, según comentó.


    Un año fundamental para ella fue 2021, cuando egresó de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG). Estar trabajando en algo que no fuera la arquitectura significó dar un paso muy difícil para ella.


    “Trabajé un año en esto y vi que era mejor perseguir mis sueños, y estoy muy feliz con lo que hago actualmente”, compartió.


    El cuento relata la historia de un hombre que desde pequeño escuchó las historias espléndidas de un circo que había pasado por el pequeño pueblo en el que vivía, cuando este creció, escuchó que este regresaría, el sueño de formar parte del circo se haría realidad a no ser por un detalle.


    “Fue un proyecto que me presentaron, que si me aventaba a hacerlo en muy poco tiempo; al presentarse una oportunidad tan grande, y al leer el cuento, se me vinieron a la mente todas la imágenes, y dije que sí podía. Y me encantó, no me arrepiento, fueron dos semanas intensas casi a las prisas pero estoy muy acostumbrada a esto”, declaró, logrando entregar el trabajo a tiempo.


    Fue la arquitectura la que la ayudó a manejar la presión, al ser estudiante de esta disciplina sabía lo que es no dormir, y este proyecto le recordó aquellas épocas de desvelo realizando planos.


    “Entonces, sí fue un desafío, pero ya había pasado por situaciones similares, sabía que podía salir adelante”, expresó.


    Conectar con la historia, con los personajes, fue el siguiente paso


    A Alicia no le gusta hacer realismo, prefiere la caricatura: El conocimiento de sus limitaciones, gustos y capacidades la hacen una persona que trabaja únicamente con aquello con lo que conecta.


    “Yo, al leer este cuento, me sentí un poco identificada al conocer un poco del maestro Bruno Estañol, que nunca dejó de escribir, a pesar de tener una profesión diferente, entonces me sentí mucho más en confianza, me identifiqué con el cuento de esa manera”.


    Aunque en el arte se dan las condiciones para que el creador se “abra”, o le dé paso libre a su imaginación, ella explica que no ha tenido dificultades con las rigurosas reglas que antes aprendió en la disciplina del concreto y las líneas, al contrario, ha tomado lo bueno y lo utiliza.


    “Lo principal es que la carrera me dejó la disciplina, rectitud, constancia, y se me ha facilitado más porque en Arquitectura no nos dejan equivocarnos, tiene que salir perfecto. Eso te enseñan, porque no se te puede ir un edificio chueco, en los planos, en mis entregas de proyecto se esperaba una perfección por parte de los maestros, entonces tengo un poco de eso todavía”.


    Pese a esto, la ilustradora invita a seguir sus pasos, darle paso a los sueños aunque en un principio no se vean los resultados, lo cual para ella, ahora comienza a dar frutos.


    “Lo cuento fácil, el que no esté ejerciendo la carrera, pero es un reto familiar, personal, social, que al abandonarla me llevó a pensar qué haré el resto de mi vida”.


    Incluso, su equilibrio emocional se vio cimbrado. “Esto me motiva a seguir haciéndolo”, dice, victoriosa de haber superado aquella etapa.


    La empatía como forma de vida

     

    La presentación del libro se realizó en la Biblioteca Pública "Gregorio Méndez Magaña", reuniendo a estudiantes de las escuelas de educación básica "Santos Degollado", "Benito Juárez", "José Morgas García", "Manuel Díaz Prieto" y "Manuel de Jesús García Osorio", en donde se realizó la lectura con los alumnos y una charla de la ilustradora, además de la retroalimentación entre ambos.


    “Eso me dejó el cuento, definitivamente, que se haya leído frente a más de cien niños, ellos se acercaban y me decían artista, maestra, no creían que yo había hecho esto... entonces ellos decían: yo quiero, yo quiero ser artista”.


    Luis Acopa, responsable del Fondo Editorial de Centro, explicó sobre la lectura colectiva: “Ese día fue muy bonito... La idea fue que todos leyeran el libro al mismo tiempo. Luego hicimos una dinámica de preguntas sobre si habían entendido el final del cuento, las respuestas sorprendían: A mí lo que me gusto es que se hiciera pájaro, pero porque él tenía un propósito, quería dejar un legado, recuerdo que dijo un niño”.


    Cuando boceta, Alicia prefiere el silencio absoluto, solo al pintar suele escuchar música, un poco de Carlos Vives y otros cantantes colombianos.


    El valor que para ella, como artista, es vital, es la empatía: Desde niña sufría de bullying, por ello trata de ser lo más empática posible con los demás. “De niña ni siquiera sabía la existencia de la palabra empatía, pero luego leyendo, pensé, ¡ah, es eso lo que le faltó a mi infancia!”


    Los más de treinta bocetos del cuento muestran las líneas que marcan lo que después sería una colorida carpa de circo, una taquilla, las hojas de un calendario que revelan el paso del tiempo, un elefante grande y adornado que envuelve el texto del cuento, la unión de la literatura y el dibujo.

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