Tabasco cuyo territorio cuenta con aproximadamente el 35% del agua dulce del país, donde pasan dos de los ríos más caudalosos, el Usumacinta, el Grijalva, y cuenta con la biósfera de los Pantanos de Centla ya no es como lo retrata el poeta de América, Carlos Pellicer recientemente inscrito en letras doradas en el Senado de la República.
A diferencia de otras entidades, la escasez del agua pareciera verse lejana, pero uno de los problemas que afectan al Edén actualmente, es la sequía, de acuerdo con información al mes de enero de “Monitor de Sequía de México”, de la Comisión Nacional del Agua, Tabasco tendrá en 9 municipios una sequía moderada este año.
Expertos pronostican que en este 2024 se tendrán seis meses de sequía para el estado, a consecuencia del fenómeno conocido como “La Niña” mismo que irá acompañado de altas temperaturas y escasez de agua.
Durante el 2023, el territorio tabasqueño presentó una intensa sequía considerada como ‘anormalmente seco’, de acuerdo con el “Monitor de Sequía de México” de la Conagua, publicado el 5 de junio del año pasado, cabe señalar que el nivel ‘Anormalmente Seco’ es una condición de sequedad por falta de lluvias importantes y se presenta al inicio o al final de una sequía, los municipios de Balancán, Jalapa, Macuspana, Tenosique, Jonuta y Emiliano Zapata fueron los más perjudicados, golpeando más al sector agropecuario.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional Estadística Geografía e Informática (INEGI), en la entidad un millón 727 mil personas cuentan con agua potable dentro de su vivienda, es decir el 72.12 por ciento de la población; mientras que 244 mil 696 personas no tienen agua en sus hogares, por lo que tienen que acarrearla.
Pero no hay que pasar por alto otro grave problema que son las fugas de agua, solamente en la capital tabasqueña, el 44 por ciento del agua que se potabiliza en el municipio se desperdicia.
LAS INUNDACIONES
Otro de los problemas históricos en la planicie tabasqueña han sido las inundaciones, en un principio la población ocupaba zonas altas pero la falta de ordenamiento, planeación urbana, la deforestación en cuencas y la construcción de grandes presas en el Grijalva para generar electricidad, han vuelto vulnerable a la población.
Durante el inicio de este siglo, Tabasco ha tenido dos grandes inundaciones, en el 2007 comenzó debido a las extraordinarias lluvias que trajeron consigo los frentes fríos 2 y 4, las cuales se almacenaron sobre las cuencas de los ríos Grijalva y Usumacinta para un acumulado de mil 163.7 milímetros de lluvias, equivalentes al 46 por ciento de las precipitaciones anuales en Tabasco, además, la presa Peñitas llegó a desfogar 2 mil metros cúbicos por segundo.
Estas circunstancias dejaron a la totalidad del territorio tabasqueño con declaratoria de desastre,123 mil 386 viviendas afectadas, 127 hospitales con daños severos, 3 mil 400 escuelas inhabilitadas y 850 mil habitantes afectados prácticamente la mitad de la población.
El total de daños y pérdidas ascendió a 2 mil 918.6 millones de dólares de ese año de acuerdo a los datos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED).
Para 2020, las lluvias del frente frío 8 y 9, alcanzaron precipitaciones de 450 milímetros, que ocasionaron que se inundaran muchas colonias de la capital de estado, aunado al desfogue de la presa Peñitas que otra vez alcanzó más de 2 mil 100 metros cúbicos por segundo.
Esto ocasionó que siete municipios se fueran al agua, dejando más de 170 mil habitantes inundados y daños materiales cuantiosos de acuerdo a la Coordinación Nacional de Protección Civil.
Con este panorama Tabasco tiene dos vías para afrontar su realidad, sacarle provecho a sus condiciones y a este recurso natural que se volverá invaluable con el paso del tiempo o mantenerse a la expectativa de una nueva tragedia.