VILLAHERMOSA, Tabasco.— Las láminas de «¿Dónde está Wally?» son mundialmente famosas, pero yo prefiero los personajes que se congregan en las pinturas de Marcio López. A diferencia del flaco, cuatro ojos (como yo) y playera con rayas a lo Pedro Infante, que se esconde siempre entre una masa amorfa de gente, la multitud de Marcio convive en las fiestas religiosas, en el ajetreo cotidiano, en el bailongo de los XV años.
«Son escenas colectivas, de familias, reflejando siempre el modo de vida actual en Tabasco», explica el pintor nacido en Las Choapas, Veracruz, en el año 1964, pero tabasqueño ya, por sus más de 55 años radicados en el municipio de Cárdenas.
Aunque le «encanta ver ilustraciones» en revistas y libros de arte, las láminas del dibujante inglés Martin Handford le merecen un juicio aparte. «No les he prestado mucha atención porque me parece que son una más del montón; de repente, los dibujantes gringos e ingleses trabajan cosas de multitudes pero todo es muy frío».
Las de Marcio, en cambio, provocan un sentimiento de afecto e identificación inmediatos. Sus personajes no buscan esconderse o perderse entre la masa, sino realizarse en comunión con los demás.
Marcio trabaja por series, lo que hace que ahonde en un tema para luego pasar a otro. Trabajar por series permite también que el pintor realice variaciones de un mismo asunto.
Lo explica mejor al hablar del cuadro titulado «Cuando cumplió sus XV La Negra”, que apareció incluido en el catálogo La calle de las sirenas (2012), publicado por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. «Es una de los primeros XV años que pinté, he hecho varias de ese asunto desde entonces».
Junto a su bastidor, Marcio tiene a la mano un pequeño anaquel repleto de pinceles, frascos de pintura, cuadernos, hojas sueltas y compases. Sus obras se han expuesto dentro y fuera del estado. La exposición más reciente en el extranjero fue el verano pasado, en una galería de Toronto, Canada.
DE HOMEAJES Y ADMIRACIONES
Antes de que se inventara el dron, Marcio López ya pintaba vistas desde las nubes de los sembradíos, de los tejados rojos de las casas, de los ríos y lagunas.
El admirador de Remedios Varo niega que sus pinceles se solacen nada más en la vida del Tabasco rural. También la ciudad cuenta como inspiración plástica. Trabajar por serie lo ha llevado a alejarse o acercarse al tema de la capital tabasqueña por periodos.
«Trabajos referentes a la ciudad hace buen rato que no hago, pero sí he hecho, puedo recordar los nombres de algunas de estas obras: Una que tenía, que se llamaba Atasta City: Era una vista cuando no existían los drones, una vista de dron a la ciudad».
Otro homenaje al que sus pinceles se han rendido es la amistad. En la exposición individual que realizó en el año 2022, en el Centro Cultural ISSET, colgó un cuadro dedicado a la memoria de Teodosio García Ruiz. Fue su tributo a la gran amistad que mantuvo con el entrañable poeta, prosista y editor cunduacanense.
“Teo era el gran amigo por muchas razones: Cumplíamos años el mismo mes, tenemos la mima edad... compartíamos muchas cosas, y ese trabajo lo dejé inconcluso a propósito, así como quedó la obra de Teo, inconclusa”, lamenta.
DE ADIOSES BUENOS Y MALOS
Reacio a explicar sus obras, más aquellas donde el mundo cotidiano aparece tocado por elementos fantásticos, prefiere que sea el público quien mejor interprete sus telas.
«Me encontré una frase de Remedios Varo que decía que el arte, si se explica, no tiene chiste. La gente lo tiene que interpretar. Entonces, mi intención es esa, que cuando alguien vea un cuadro, entre en el cuadro, viaje, camine, baile con la gente, disfrute con las personas lo que está pasando ahí, que el espectador sea parte también de ese momento».
Localmente su exposición más reciente fue en la espectacular librería Gabolibros, pero por un percance en el área de alimentos, fue suspendida. Por fortuna, sus cuadro no sufrieron daño. Ahora Marcio no sabe si Gabolibros repondrá las fechas.
«Una persona me avisó, pero al mismo tiempo me mandó fotografías. Al ver las fotografías, ya me alivió un buen porque cuando un cuadro se va con una persona es muy diferente a lo que pase en un accidente».