VILLAHERMOSA, Tabasco.— La histórica inauguración de los malecones de Villahermosa empezó con retraso, pero sirvió para calmar los ánimos de la gente, que aprovechó el gran día para hacer peticiones, protestas y hasta bailar en la carpa montada para el acto protocolario.

El paisano llegó en una camioneta negra a la populosa colonia las Gaviotas, custodiado por un discreto personal de asistencia. Descendió del vehículo también el gobernador Carlos Manuel Merino Campos, a quien no le iría también al final del acto, porque recibió los reclamos y rechiflas de burócratas y maestros jubilados, que enojados le exigieron devuelva el descontón que su gobierno pegó a las prestaciones de fin de año.

AMLO caminó cerca de las vallas para saludar y recibir carpetas amarillas, tomarse la foto con quien así se lo pedía, repartir besos a diestra y siniestra y hasta autografiar un muñeco con su figura.

Durante el discurso que daría arriba del templete —acompañado de Román Meyer, secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y Yolanda Osuna, alcaldesa del municipio de Centro; le recordaría a todos que, gracias a que desapareció al Estado Mayor Presidencial, a él no lo cuidaban aquellos ocho mil militares y así puede acercarse a la gente y saludarla.

«Yo no necesito del Estado Mayor Presidencial, a mí me cuida el pueblo, me cuida la gente», remató. Y unas amlovers aprovecharon para sacar los muñecos que se conocen como Amlitos y mostrarlos desde el fondo al presidente.

En el discurso de frases incendiarias, López Obrador señaló que obras como la del malecón se hacen con «dinero bendito», del pueblo. «Por eso hemos podido avanzar mucho porque antes, ese dinero del pueblo se lo robaban, y eso se acabó. ¡Al carajo con la ratería!

También tuvo tiempo para agradecer al constructor, denunciado por supuestamente ser amigo de su hijo Andy López Beltrán favorecido en la asignación por esa relación, “agradezco a los que participaron en la construcción de esta obra, porque uno da la instrucción y decide lo que se tiene que hacer, pero se necesita de un equipo siempre que ayude a que se cumplan los compromisos. Por eso, mi reconocimiento al arquitecto Alejandro Castro, que fue el encargado de esta obra”.

Aseguró que aunque a su gobierno solo le quedan ocho meses, dejará «en la Constitución todos los derechos sociales del pueblo. El lunes voy a enviar un paquete de reformas a la Constitución. ¿Para qué? Para que se eleve a rango constitucional el derecho de los adultos mayores a la pensión. De modo que esté quien esté en la Presidencia, van a tener que cumplir con ese derecho de nuestro pueblo».

Jocoso como buen tabasqueño, el presidente dijo que reformaría la ley —«que no quiero ni siquiera mencionar»— del ISSSTE, promulgada por el «mal gobierno».

«Eso afectó a maestros, a maestras, a los trabajadores de la educación, esa contrarreforma también se va a cancelar... Y vamos a agregar en la Constitución un salario mínimo para maestros, policías, soldados, marinos, médicos, enfermeras, nada que se les va a pagar lo que sobre, ¡no!, ¡es un derecho constitucional!».

El presidente al final agradeció a los tabasqueños por «confiar» en él. Y anunció que escribe un libro cuyo primer capítulo se titula «De Tepetitán a Ciudad de México, y es la historia de mi vida pública, de cómo empecé» Ya era noche, pero no la del 15 de septiembre, pero el preciso cerró arengando unos vivas a Tabasco y México.