TABASCO. Al inicio de la pandemia por COVID-19 uno de los sectores que más incrementó en demanda fue el de los servicios funerarios; la enfermedad que cobró la vida de muchas personas resultó --a pesar de lo triste de la situación-- en beneficio para esos negocios, los cuales repuntaron hasta un 300 por ciento.
En entrevista para SINTEXTO, la encargada de la funeraria “Más Allá del Sol”, Adriana de la Cruz García relató su experiencia en esos días a los que se enfrentaron, en un principio, sin información de parte de autoridades y sin el equipo adecuado.
"Fue desafiante y complicado por el miedo, pero aprendimos esa nueva forma de hacer las cosas y ese desafío nos dejó mucha experiencia en nuestra área laboral”, afirmó.
Recordó que se modificaron los procedimientos y protocolos funerarios, "nos dieron trajes especiales, llegábamos a casa de alguna persona fallecida y con toda la protección hacíamos nuestra labor, se sellaba el ataúd con nylon y se trasladaba al panteón; se buscaba cuidarse y cuidar a los familiares de posibles contagios".
Incluso se aplicaba el mismo procedimiento aunque la persona no fallecía por COVID, reveló.
La estudiante de Derecho, quien trabaja en la funeraria para solventar sus estudios, dijo que emocionalmente todos fueron afectados, “estábamos todos en alerta, en cada lugar que pasábamos teníamos que sanitizar, yo tenía mucho miedo; todos lo que trabajábamos en la funeraria teníamos miedo de contagiarnos, fue algo difícil”.
A pesar de realizar esa labor por meses, indicó que ni ella ni sus compañeros de trabajo padecieron la enfermedad.
Actualmente, continúan con protocolos de protección, ya que antes no se tenía tanto cuidado ni pensaban demasiado en infectarse por alguna enfermedad, ha sido después de la pandemia que rigurosamente usan guantes y cubrebocas para el manejo de los cuerpos.
La funeraria ubicada en villa Tamulté de las Sabanas manejaba paquetes de sillas, toldos, servicio de cafés y galletas con un costo de 15 mil pesos, sin embargo durante la pandemia se limitó solamente a la venta de ataúdes y traslado. Debido a ello, el costo disminuyó y, a diferencia de otros establecimientos que lucraron con la situación, el precio se hizo más accesible para los deudos.
En esos días hubo servicios que llegaban a costar más de 145 mil pesos y ellos solo vendían el ataúd en precio máximo de 10 mil pesos, dependiendo el modelo.