Entre extorsiones, acoso sexual, golpizas brutales y ser prisioneros por días transcurre la vida de decenas de migrantes del continente, día con día en su camino para alcanzar el sueño de convertirse en ciudadanos americanos -aunque ya lo son-, la meta es conseguir un empleo bien pagado en Estados Unidos para así poder darles una mejor vida a sus familias.
Darcy Joelish Chamorro Bernárdez una joven hondureña de 17 años quien salió de su casa desde los 13, cuenta que sus padres no tenían el recurso para mandarla a estudiar ni a ella ni a sus 5 hermanos, al ver las carencias de su familia decidió irse para ofrecerles algo más que solo pan, frijol y leche.
"En mi país un huevo cuesta $9 pesos y la reja $310 pesos mientras que el salario es de $2 mil 58 pesos quincenales, si eres estudiado, mi padre es tapicero y mi madre cuida a niños y vende hielo en la casa", relata.
La primera vez que se subió a la "Bestia" el tren que usan los migrantes para atravesar parte del territorio mexicano, en las vías de Coatzacoalcos en una parte oscura del camino se treparon unos hombres vestidos de policías, pero -asegura- no eran de las fuerzas de seguridad, eran gente con malas intenciones que querían abusar de los migrantes y quitarles los pocos ahorros que tenían para poder alimentarse en el trayecto de su viaje.
“Mientras nos esculcaban las cosas y revisaban lo que traíamos dijeron: Si no nos dan lo que traen abusaremos de sus mujeres y niñas”, expresó.
Recuerda que ese día se llevaron a 15 personas entre hombres, mujeres y señoras con hijos en brazos, yo corrí con suerte, me quitaron mi celular el que usaba para comunicarme con mi familia y $900 pesos, "así me libré de ellos".
Esta es la segunda vez que intenta cruzar, pues la joven comenta que tiene 2 hermanos en Estados Unidos, y esa es la motivación para intentar llegar al otro lado.
La primera vez que se aventuró, con tan solo 13 años, entró a Guatemala, cruzó el río Benemérito de Las Américas y después Ocosingo, Chiapas; lo siguiente, llegó a Villahermosa, siguió su camino a Coatzacoalcos, tomó la vía del tren y se fue a Tierra Blanca Veracruz, estuvo trabajando en México y finalmente en Monterrey.
A muy poca distancia de la meta, apareció otro impedimento más.
En Nuevo León se le acercaron unos policías y empezaron a revisarlos logrando colocar una bolsa de droga en la mochila de la joven, ahí en el lugar había un ciudadano pintando una casa quien se dio cuenta y empezó a defender a la menor.
“Aún así me llevaron a detención ya en Migración dije que quería poner una denuncia, llamaron a Derechos Humanos y ellos sí llegaron y me dijeron que tardarían unos días en darme una respuesta sobre la demanda, es ahí donde los policías aprovecharon y me sacaron de Monterrey amenazándome”, relató Darcy.
Esta es solo una pequeña historia de la menor -que retrata- el periplo de otros, como el caso de su primo quien acompañándola a mitad del camino en el municipio de Teapa lo secuestraron quitándole todo su equipaje en busca de dinero.
“Lo que ellos no sabían es que no tenía ni un peso, ni madre ni padre porque soy huérfano” dijo Paulo Enrique Flores Gutiérrez, entre risas originario de Honduras.
Comentó que lo único que consiguió fue que lo tablearan varios hombres y tirado en un montazal de Villahermosa, decidió pararse y seguir pidiendo unas monedas hasta la fecha, para poder irse a su país a poder ver a su familia con su prima recién reencontrada.