VILLAHERMOSA, Tab.- Ya sea de combi o de taxi, en el imaginario colectivo del tabasqueño, los conductores del transporte público son reprobados frecuentemente por las malas conductas reportadas por los mismos usuarios.
Sin embargo, poco se habla de la libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana de un salario que por ley le corresponden a cualquier trabajador mexicano, y con el que no cuentan la mayoría de los conductores, porque aunque la ausencia de un trabajo decente no da derecho a nadie de comportarse de mala manera, contar con uno, no sólo dignificaría la labor de los que trabajan al volante, sino también, traería beneficios en el servicio ofrecido.
Esta es una situación que Rafael Elías Sánchez Cabrales, próximo secretario de Movilidad de Tabasco, expuso en entrevista para Sintexto, al afirmar que uno de los problemas del transporte público se origina por las “peleas por el pasaje” derivadas por la tarifa que deben de llevarle los conductores al dueño de la unidad, un sistema que lo último que prioriza son los derechos laborales de los conductores.
Choferes del transporte público, un sector alejado del trabajo decente
Trabajo informal lo que más prevalece en México
Jorge Alberto García Reyes, conductor de un taxi desde hace seis años, ejemplifica la problemática expuesta por Rafael Elías Sánchez, relatando que uno de los escenarios que más le preocupan son la cantidad de servicios que realiza en cada jornada.
«Nosotros andamos en busca (de pasajeros) pero la mera verdad es que hay veces que no encuentras, nos tenemos que poner en los sitios (de taxi) y a veces nos aventamos diez, veinte, treinta minutos en los sitios. A veces en la calle no hay (pasajes), y lo que nos perjudica es el gasto de combustible [...] Si el día de hoy no me quedó nada, pues ya ni modo, lo único que pido es que llegue yo con bien a mi casa, es lo único», relata para este reportero de Sintexto.
Esto último lo menciona luego de preguntarle sobre la posibilidad de entrar al mundo del trabajo formal, donde considera que lo primordial para ellos es el seguro social.
«Aquí no tenemos seguro; tenemos seguro pero la muerte», comenta el taxista sin quitar la vista de la carretera, luego comparte la ocasión en que salió a trabajar con poca suerte y por primera vez conoció lo que es ser amenazado con un arma de fuego. Expuesto a la delincuencia citadina y con el dinero recaudado de su jornada laboral, sujetos le solicitaron un servicio. Momentos después comenzaron a despojarlo de sus pertenencias, haciéndolo descender del vehículo y ‘arrojándolo’ cerca de la localidad de Río Viejo.
Afortunadamente ‘el patrón’ lo apoyó durante la semana que tardó en recuperarse del susto, pero no tuvo médico al qué acudir para su revisión. Y en la frase lapidaria con la que sentencia su relato Jorge Alberto, reclama, además de la inseguridad del estado, la ausencia de una característica fundamental de lo que es un trabajo decente: la certeza de un futuro para su familia en su ausencia.
La búsqueda de la igualdad de oportunidades en el área laboral, es lo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) define como 'trabajo decente'. Este debe de generar un ingreso justo, seguridad en el espacio de trabajo y libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas. Características que no se reflejan en la realidad mexicana.
Sin acceso a una institución de salud, vacaciones pagadas y un aguinaldo, es la condición en la que se encuentran más de la mitad de los mexicanos, ya que de los más de 58 millones personas que laboraban, 31.7 millones lo hacía en la informalidad hasta junio de 2024, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Según el mismo instituto, en el primer trimestre del año en turno, la tasa de informalidad laboral alcanzó un 26% en Villahermosa.
Trabajar una alarmante jornada laboral para que no ‘alcance’, una realidad en México
«No, aquí no te dan nada. Ni el cajón cuando te mueres te quieren dar [...] ¿A qué otro lado me voy? Ya no me dan trabajo por mis años, ya tengo 72», dice Carlos Manuel Ramos Pérez, quien ha visto su vida detrás de un volante de 4:30 de la mañana a 8 de la noche, durante los cinco días de la semana los últimos 44 años, trabajando en una combi en Villahermosa.
De haber tenido acceso a un trabajo digno, el Régimen Obligatorio de la Ley del Seguro Social de México lo hubiera pensionado hace siete años. Como es tácito, no ha sido así. Por el contrario, a su edad, con sus hijos realizados y su esposa fallecida hace algún tiempo, don Carlos Manuel tiene que tolerar el incumplimiento de otra ley: trabajar 77 horas y media a la semana en un país en que las jornadas laborales no deberían rebasar las 48 horas por semana como dicta la Ley Federal del Trabajo
¿Pero después de trabajar tanto debería de percibir ingresos decentes?
«No, a como están de caras las cosas, no te alcanza. Con esto de la escuela (temporada vacacional), ha bajado bastante (el pasaje), pero como le digo, ya no tengo pa´ donde agarrar, ¿ya qué me queda?, seguir aquí».
Aunque nunca ha conocido lo que es tener prestaciones laborales, al comentarle la posibilidad de asalariar a los que trabajan al volante, afirma que 'le caería bien'. Sin embargo finaliza recordando la promesa dicha hace años y que sólo se quedó en eso: en palabras.
«Antes nos dijeron que cuando ya tuviéramos cierto tiempo trabajando, nos iban a apoyar con una placa, pero ya ve, yo ya llevo 44 años (como chofer) y nada», lamentó mientras continuaba en la ruta por la que me llevó para dejarme cerca de las oficinas de Sintexto.