Para Mariana Martínez, dirigir una orquesta no es sólo un oficio, es una vocación, un espacio donde se cruzan la disciplina, la intuición musical y la capacidad de guiar con claridad y sensibilidad.
Ser directora, en un medio competitivo, exigente y altamente especializado, es ya un logro en sí mismo, ser semifinalista del Concurso Internacional Antal Doráti en Florencia, Italia, lo es aún más.
"Parece que soy la única mexicana, y quizá la única latina en esta fase", expresa Mariana.
Su nombre aparece entre los nueve seleccionados -de más de 250 aspirantes de todo el mundo- que competirán del 25 al 29 de julio, en Florencia, en esta competencia reconocida dentro del circuito internacional de dirección orquestal.
"Ni yo me la creía", admite. "Es una responsabilidad enorme, pero también una emoción tremenda".
Originaria de la Ciudad de México, Mariana Martínez ha hecho de Guadalajara su hogar desde los nueve años, la capital jalisciense también se ha convertido en su casa musical.
Su recorrido inició desde temprana edad, con la voz: cantó en diversos coros, entre ellos el Coro del Estado de Jalisco. Pronto sumó el piano y el violonchelo, instrumento con el que obtuvo su licenciatura en el Conservatorio del Estado de México a cargo de Laslo Frater.
Desde 2001 ha sido parte de distintas orquestas profesionales en México como chelista, una experiencia que ha nutrido profundamente su trabajo como directora.
"Estar dentro de la orquesta como músico te da otra perspectiva cuando estás al frente. Conoces los engranajes desde adentro", explica.
En 2007, comenzó su formación como directora con maestros de talla internacional como Jorma Panula, Kenneth Kiesler y Sarah Ioannides.
En 2010, hizo su debut con batuta en mano gracias a la Orquesta Filarmónica de Jalisco, donde actualmente también toca el chelo.
El Concurso Antal Doráti no es una prueba sencilla. Los semifinalistas deben preparar dos obras: el primer movimiento de la Sinfonía Número 1, de Beethoven y el Intermezzo Interrotto, del Concierto para Orquesta de Béla Bartók.
Pero el reto va más allá de la ejecución: el primer filtro es teórico. Mariana deberá dirigir a dos pianistas que interpretarán la música a cuatro manos, mientras responde preguntas del jurado sobre estructura, armonía, contexto histórico y análisis formal.
"Pensé que sería sencillo con solo dos piezas, pero no. Me he tardado horas analizando la introducción de Beethoven. No sabes qué te van a preguntar, así que tienes que saber absolutamente todo", explica.
Si pasa esta etapa, tendrá la oportunidad de dirigir a una orquesta real en la segunda parte de la semifinal. Sólo cuatro finalistas llegarán a la última ronda, que se celebrará en octubre.
Compaginar su rol como violonchelista de tiempo completo en la Orquesta Filarmónica de Jalisco con la dirección no es tarea menor, pero Mariana ha aprendido a gestionar su tiempo con precisión.
"La pasada temporada con la OFJ fue muy intensa, pero afortunadamente el concurso cae en vacaciones. Ha sido cuestión de organización y muchas horas de estudio".
"El chelo ha sido como una terapia para mí desde la adolescencia. Pero la dirección es donde realmente siento que está mi mayor potencial, tocar me conecta con la música desde el cuerpo. Dirigir me conecta desde una visión mucho más amplia, pero si tuviera que decidir por alguno, no sabría", resalta.
Pero el camino en la dirección no ha sido rápido. Aunque su debut como directora llegó en 2010 gracias a una oportunidad que le dio el entonces director titular de la OFJ, Héctor Guzmán, Mariana ha tenido que construir su trayectoria paso a paso.
Desde entonces ha participado en cursos, proyectos y colaboraciones que le han abierto puertas. Ha sido directora invitada por agrupaciones como la Orquesta Filarmónica de la UNAM, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y la Orquesta Higinio Ruvalcaba, entre otras.
En 2021 fundó la Orquesta Jóvenes Solistas de Jalisco, una plataforma para jóvenes talentos de la región.
También ha incursionado en la composición, en 2022 estrenó la obra Variaciones sobre el Toque de un Shofar, y un año más tarde la Cantata sobre un Sueño del Nombre, comisionada por el Coro del Estado de Jalisco.









