TABASCO. ¿Por qué seguir pensando a Tabasco como el trópico colorido, abundante, de esa agua, de esa tierra, de ese verde que Carlos Pellicer describe de manera hermosa en sus poemas? La cruda realidad nos impone otro panorama, uno donde la deforestación de más del 95% de sus selvas, la silenciosa extinción de su fauna, y los devastadores efectos del cambio climático, se dejan sentir cada vez con mayor fuerza, año con año, con incendios agroforestales e inundaciones recurrentes.
Esa es la reflexión a la que invita la obra ‘Matices de un trópico perturbado’, autoría de la bióloga y artista plástica, Isaura Centurión, misma que se desprende de en un proyecto que en 2023 recibió apoyo del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA).
Inspirada en una investigación exhaustiva de más de seis meses, la iniciativa arroja 'datos perturbadores’ que sacuden la conciencia colectiva. ¿Qué tan esmeralda sigue siendo Tabasco en el Sureste, o esto, acaso, sólo es un adjetivo que está desactualizado?
En entrevista para Sintexto, la científica tabasqueña ve en el arte una herramienta de sensibilización para proteger al medio ambiente.
De entrada, recuerda que en los años 60 y 70 nacieron el Plan Chontalpa y el Plan Balancán-Tenosique como polos de producción agropecuaria en Tabasco; sin embargo, estas zonas de desarrollo se concibieron a partir de "la deforestación más grande que se haya dado en México”, lamenta.
A ello corresponde que el mundo pictórico construido por la tabasqueña, retome 12 especies de animales que, de acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recurso Naturales (SEMARNAT) y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), se encuentran hoy día en diferentes escalas de peligro de extinción.
Los manatíes, el murciélago, las hicoteas, los tlacuaches y la abeja maya, entre otras especies propias de la región, son el mejor testimonio de una fauna en constante amenaza por la pérdida y fragmentación de su hábitat.
“Que eso nos haga reflexionar acerca de que hay que cambiar el discurso de que Tabasco es un Edén. Fue conocida como la Esmeralda del Sureste, pero por nuestros abuelos, por ser una tierra abundante, por ser una tierra fértil. Hoy la realidad nos dice otra cosa, nos dice que hay una tierra erosionada y contaminada. Eso es lo que este proyecto busca visibilizar”, sentencia.
Si bien la deforestación que vive hoy nuestra tierra no es resultado de la construcción de mega obras de Gobierno, sí es producto de la insensibilidad social. Año con año la sequía se vuelve más recurrente, y esas condiciones provocan incendios que devastan grandes extensiones de pastizales y áreas forestales.
De acuerdo con la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), sólo en lo que va del año 2024, se han registrado en México alrededor de 7 mil 800 incendios en el 83% del territorio nacional. En esa escala, Tabasco ocupa el lugar número 21, con 52 incendios registrados y más 23 mil 260 hectáreas siniestradas.
Precisamente, de lo que queda después de un incendio, de esos residuos y colores, es de lo que están hechas las pinturas de ‘Matices de un trópico’.
“Los colores fueron elegidos repensando en que ya lo que nos queda de nuestro trópico no es verde, sino toda una materia quemada, inerte, una tierra de ceniza y carbón”, metaforiza Isaura.
Un futuro incierto
Las obras de la exposición pro medio ambiente permanecerán en el foro Cultural del Hotel Viva hasta el 20 de noviembre. En ella, además de las especies de animales, Isaura Centurión regresa el foco al humano y nos deja dos escenas con dos infantes que representan el presente y el futuro.
En la primera, una niña forma figuras en la arena con una rama recién quemada. La imagen está inspirada en la comunidad del Bosque, municipio de Centla; sí, aquella a la que la constante erosión la redujo a convertirse en el primer pueblo con la categoría de ‘desplazado climática’.
Esta pintura lleva por título “Un Bosque bajo el mar” y es la única obra expuesta a tamaño real, por lo que se pueden apreciar los detalles hechos de tierra, de ceniza, y una última capa de carbón.
En otra pieza plástica, se aprecia a un niño caminando en un espacio totalmente perturbado, desesperanzador, lleno de árboles que han sido talados. Isaura explica que la imagen se remonta a su infancia, cuando pasaba ratos libres en una localidad rural de Centro, envuelta en un mar de curiosidades que la invitaban a seguir explorando.
“En su momento pensé: si tengo la oportunidad de poder contribuir, poder de alguna manera empaparme un poco más de qué es lo que sucede en el entorno natural, en diferentes ecosistemas, pues lo voy a hacer; entonces tomé la decisión de estudiar biología”, relata la investigadora.
Este escenario proyecta en la artista un futuro que ya no es posible visualizar a ciencia cierta para las futuras generaciones. Pero es en el arte en donde encuentra el espacio y la responsabilidad, de visibilizar una situación alarmante.
En el mes de julio, Isaura Centurión se convirtió en la primera tabasqueña en exponer en el Pabellón Nacional de la biodiversidad del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Allí presentó una extensión de "Matices de un trópico perturbado", pero enfocada en serpientes.
“Mi sueño era simplemente ir, conocer, disfrutar del espacio (…) sin embargo, en el mes de julio me invitan a ir y no sólo conocerlo, sino a exponer (...) este tipo de exposiciones puede ser una herramienta de sensibilización, educación y de divulgación ambiental, debido a todo el proceso de investigación que hay detrás de todo el proyecto”, concluye.