TABASCO. Ante la falta de una oportunidad de empleo, el migrante venezolano Jesús Acosta camina largas distancias para vender paletas y así apoyarse con sus comidas.
El oriundo de Maracaibo aún duerme en la calle, por lo que sigue en búsqueda de trabajo en alguna obra de construcción, ya que al intentar cruzar la frontera llegó primero a la ciudad de México donde trabajó como ayudante de albañil.
“Aquí lo que quiero con la ayuda de mi señor Dios es encontrar un trabajo para reunir plata y subir a ciudad de México y seguir trabajando para sacar mi cita e irme a Estados Unidos”, comentó mientras cargaba su mochila y cobertores que lo cubren del frío de la noche.
Él ha intentado en un par de ocasiones alcanzar el sueño americano. Este es su tercero peripecia y no pierde la fe. Decidió migrar por los altos costos de la canasta básica y los trabajos mal pagados en su país.
“Todo lo que ganaba como conductor de moto taxi se gastaba en comida, en un día se iba el dinero solo con comida, allá las cosas están bien feas“, se resignó.
“La travesía que viven los migrantes es muy difícil, pero para los migrantes como yo, que no sabemos ni leer ni escribir, es mucho peor", reflexionó.
Contó que preguntando llegó a un albergue donde le dieron dos días de alojamiento, pero al tercer día ya no los aceptan. Asimismo no pudo mencionar el nombre del lugar donde lo apoyaron por la poca educación del joven de 32 años.










