VILLAHERMOSA, Tab.- La Colecta Anual de la Cruz Roja es una ocasión en que todos los mexicanos tiene la oportunidad de donar en los cruceros, en las terminales de autobuses, donde voluntarios con casacas blancas estampadas con la Cruz Roja agitan un botecito para recibir dinero y aunque el tabasqueño se lo piensa antes de hacer un donativo, termina cediendo.

Pero los otros 364 días del año ¿Donan los tabasqueños cuando hay desastres naturales o alguna emergencia local?

«Nuestro centro de acopio es el más pobre» dijo un rescatista que brindó apoyo a la crisis ambiental de los monos aulladores, en mayo de este año, en una localidad de Comalcalco, Tabasco. De buenas a primeras, esa afirmación bien podría atribuirse a un desinterés de la población por apoyar una causa ambiental.

Pero los temblores, huracanes, crisis ambientales y otros fenómenos naturales han formado en el mexicano una solidaridad excesivamente generosa, porque además, cuenta con la virtud de la culpa: le fascina tapar el sol con un dedo. Una vez observa el daño provocado, requiere de la disculpa para tranquilizar su conciencia.

¿Cómo explicar el nulo apoyo al centro de acopio en Comalcalco? Por una característica que acaso supera la solidaridad del mexicano: la desconfianza.

El rescatista explicó que en medio de la muerte de cientos de monos, en la localidad de Villa Aldama del municipio en cuestión, personas independientes y medios locales compartieron tarjetas personales con el supuesto objetivo de recaudar fondos que jamás cumplieron con lo prometido.

¿Casos así permiten a la población actual seguir mostrando su característica solidaridad ante las crisis ambientales y los desastres naturales?

Ayuda sí llega, tarde... pero llega 

Doña Fabiola Patricia Montes Reyes por diversos motivos nunca ha donado, pero de hacerlo, confiaría en ello pero con reticencia, ya que piensa que “la ayuda sí llega, tarde... pero llega”, y de no llegar, “ya quedaría en ellos, no quedaría en mí. Yo actué de buena fe”.

Aunque reconoce que “a veces no llega (el apoyo) y es triste, porque el gobierno lo que debe de hacer es ayudar a la gente que más lo necesita”.

La solidaridad en medio de desastres naturales es algo que, por ser mexicana, doña Fabiola conoce muy bien, y es un tema que le hace recordar la mañana de 1985, cuando vivía en la Ciudad de México y su hijo tenía un año de haber nacido. El terremoto destruyó la vecindad donde vivía.

“Nos quedamos en la vil calle [...] es horrible. Es una fecha que tú nunca vas a poder olvidar jamás, porque te llegó al corazón [...] Créeme que si no hubiera temblado yo estuviera allá”.

Tiempo después se desplazó hacia Veracruz y luego a Tabasco, sin esperar que en 2007 volvería a ser damnificada, junto al millón 487 mil afectados.

Para colmo, en 2020, las aguas del Carrizal se desplazaron volviendo a atravesar la puerta de su casa y tocando sus pies. Para esa ocasión, ¿el apoyo hacia los damnificados había mejorado? El 2007, “Nada que ver. ¿Allá dónde te iban a dar estufa y eso? Y esta vez sí”.

“Ese día (en 2020) que se fue al agua sabíamos que estaba entrando por el carrizal [...] empezó a llover y empezó a subir (el agua del río) y uno decía ¿diosito, qué vamos a hacer?”. Fueron sus nietas las que llamaron a su trabajo para avisarle. Al volver a su casa, el agua ya les llegaba hasta las rodillas.

Al poco tiempo la administradora del comité de la colonia llegó a su casa y le explicó que el gobierno federal iba a apoyar con los enseres “¡ay qué va a ser! todavía renegué y le dije, ¡hasta crees!. Pero ve, sí lo dieron. Te digo, tarde, pero llegan”.

Sin embargo, malas intenciones de los que tienen el poder nunca faltarán, ya que recuerda que “muchas veces también la coordinadora apunta a los que quiere. Pero ¿por qué? porque también no lo hacen por las personas”.

Ser selectivos al donar

A diferencia de doña Fabiola, Javier sí ha tenido la oportunidad de donar. Pero es selectivo. Sólo dona a asociaciones que “sí están apoyando a la gente". Una de ellas es la Cruz Roja. ¿Centros de acopio administrados por partidos políticos? Nunca, porque no ha visto que “ningún partido político que haya apoyado a la gente, siempre ha sido el gobierno federal”.

Hablarle de donaciones ante desastres naturales a los tabasqueños, es hacerlos recordar inevitablemente el año 2007. Recuerda que en ese entonces las despensas repartidas pasaban por muchos filtros, lo que ocasionaba que el apoyo no llegara a su destino.

“Muchos delegados que conozco hasta pusieron tienda [...] porque llegabas a un almacén del gobierno y te daban mucha despensa [...] Como cuatro bodegas vi que se echaron a perder… ya no servía (los productos),decían que ya estaban caducado”. Gracias a su empleo en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), tuvo la oportunidad de apoyar en el sistema eléctrico de la colonia Gaviotas, donde vio muchas irregularidades.

¿De dónde viene la solidaridad ciega del mexicano?

La solidaridad de México se deriva de que su población está expuesta al peligro latente de fenómenos naturales extremos y la vulnerabilidad social. En el último informe sobre riesgos mundiales publicado por la Universidad Ruhr de Bochum, el país mexicano es el más vulnerable de toda Latinoamérica a desastres naturales.

México es un país que puede presumir de diversos daños ambientales y de bipolaridad; pasar de extremas sequías, a que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) informara que junio de 2024 se colocara como el mes más lluvioso desde 1941, poco más de 80 años. Lluvias que hicieron temblar a los guerrerenses por segundo año consecutivo, provocaron severas anegaciones en estados como Nuevo León y Yucatán, y las más recientes en Villahermosa y el Estado de México. 

De acuerdo a la Conagua, a Tabasco también le llegará lo suyo entre agosto y octubre, donde se podrían registrar lluvias superiores a las del 2020, por lo que Protección Civil del Estado de Tabasco (IPCET), ya está preparando más de 500 albergues.

Esta situación trae inherentemente consigo a los centros de acopios.

Hace falta cultura de la donación

Cuando María Caso se enteró de la crisis ambiental de los monos aulladores, no dudó en habilitar su cafetería Rucu como centro de acopio. Confió en la solidaridad de las personas sin esperar que la falta de apoyo no fuera el problema, sino más bien el cómo apoyó la gente.

No tardó mucho y su cafetería estaba completamente llena de donaciones, ¿con cuál problema se encontró? que la gente “donaba por donar” sin conciencia y sensibilidad.

“Donaban garrafones sucios”, apresurados, como queriendo “tapar el solo con un dedo [...] la culpa (de saber que no hacen algo para ayudar al medio ambiente) “los hacen donar sin saber para qué donan”. Agregó que parecía más que trataban de sanar una deuda pendiente.

Al día de hoy admite que se arrepintió, pero que con mayor planeación y coordinación, lo volvería a hacer.