TABASCO. Lo que comenzó como una iniciativa de un hijo para enfrentar el desempleo, se ha transformado en un emblemático puesto de chamoyadas con más de 13 años de historia, gracias a la dedicación y resiliencia de Ángeles Hernández y su esposo.
"El negocio era de mi hijo, pero él encontró trabajo y lo rescatamos", recuerda Ángeles, quien se hizo cargo del emprendimiento familiar que hoy se conoce como Fruty Yadas.
La trayectoria de Fruty Yadas inició a las afueras del Tecnológico de Villahermosa. Posteriormente, se trasladaron al fraccionamiento Lagunas y, finalmente, establecieron su local en el concurrido parque "Tomás Garrido Canabal", donde atienden a su clientela diariamente.
La vida le presentó a Ángeles grandes desafíos. Tras sufrir un infarto que la alejó temporalmente de su negocio, la pandemia de COVID-19 trajo consigo el desempleo de su esposo. Lejos de rendirse, esta adversidad los unió aún más.
"Le dije, no te preocupes, aquí entre los dos vamos a salir adelante y gracias a Dios ya vamos a cumplir 50 años de casados", comenta con una sonrisa, reflejando la fortaleza de su unión. Hoy, ambos atienden el puesto de 10 de la mañana a 7 de la noche, ofreciendo más de 40 sabores de chamoyadas.
La mayor satisfacción para Ángeles es la buena opinión de sus clientes. "La satisfacción de nosotros es que la gente diga, ¡ay, qué rica chamoyada! y que vuelva", asegura. A pesar de la competencia, sus chamoyadas se han ganado un lugar especial en el gusto de los villahermosinos, consolidándose como una de las preferidas.
Con la mira puesta en el futuro, Ángeles Hernández y su esposo invitan a todos a visitar su puesto en el "Tomás Garrido". Su sueño es continuar por muchos años más endulzando el paladar de la gente con sus tradicionales chamoyadas, que son sin duda, un sabor a perseverancia y tradición.









