El horror se cierne sobre Yucatán. Una ola de brutalidad ha teñido de luto el mes de diciembre, y el rostro de la violencia más extrema se ha manifestado con saña inaudita contra las mujeres, desde las más jóvenes hasta las ancianas.
El pasado 12 de diciembre, la ciudad de Mérida se estremeció al confirmarse la muerte de Doña Nidia, una mujer de 87 años que agonizó durante diez días en un hospital. La madrugada del 3 de diciembre, en su casa de la calle 32, fue descubierta por su prima golpeada y ultrajada. Su atacante, un sujeto apodado "El Oso", identificado por las autoridades como Andrés Oswaldo de 50 años, fue capturado tres días después, el 15 de diciembre, cuando presuntamente merodeaba otra casa de una adulta mayor en la misma zona. En el domicilio de Doña Nidia, bajo el aseguramiento de la Fiscalía y con una carpeta de investigación abierta en la unidad de feminicidio, solo quedan sus gatitos esperando un regreso que no ocurrirá, mientras vecinos y familiares claman justicia entre veladoras y flores.
Este no es un hecho aislado. La muerte de Doña Nidia se suma al recuento escalofriante de presuntos feminicidios que han sacudido al estado en lo que va del mes. La racha de terror se inició con el caso de una niña de 12 años en Izamal. Pocos días después, la tragedia golpeó a una joven de 33 años en el puerto de Telchac. Y apenas ayer, otro caso emergió desde Ticul, sumando víctimas a esta estadística criminal que desgarra la tranquilidad del estado.
Yucatán, antes percibido como un oasis de seguridad, enfrenta una cruda realidad: la espiral de la violencia machista está fuera de control, dejando un rastro de dolor y exigencia de justicia ante el rostro sombrío de una ola de feminicidios sin precedentes. La comunidad y las autoridades se encuentran en alerta máxima ante la escalada de brutalidad.









