CHIAPAS. El vocero de la Pastoral Social y Cáritas, padre Gilberto Hernández García, dio a conocer que, la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez analiza la posibilidad de crear otro espacio como albergue para la atención de migrantes en la capital de Chiapas; "tendremos que dialogarlo en su momento cuando llegue el siguiente arzobispo, con quien analizaremos el lugar, la realidad, las necesidades”, afirmó.
Ante el decreto del presidente de los Estados Unidos Donald Trump, de repatriar a miles de migrantes, el padre externo su preocupación, “habremos de observar cómo van a ser los próximos años de la migración con las políticas que establece el nuevo gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos de América, habrá que esperar cómo se van a configurar los nuevos flujos migratorios y eso también nos exigirá una respuesta nueva”.
“Por ahora estamos como a la expectativa de por dónde van a ir las cosas, cómo van a responder los migrantes, habrá que esperar si van a seguir pasando por Tuxtla Gutiérrez, si hay deportados y qué va a pasar con ellos y ahora estamos en el terreno de las interrogantes”, comentó.
El padre vicario en la Parroquia de San Roque y San Bartolomé externó, “mientras tanto, en la Casa del Migrante Jesús Esperanza en el Camino seguimos atendiendo, la capacidad es para 50 personas aunque en algún momento dado nos rebasa esa cantidad por lo que se habilitan espacios comunes con colchones para que los migrantes puedan descansar; la casa es pequeña porque Tuxtla Gutiérrez no era un punto de paso importante o relevante en el mapa migratorio, tendrá apenas cuatro o cinco años que los flujos cambiaron y la cantidad de personas aumentó a raíz de las caravanas migrantes procedentes del Soconusco y Costa de Chiapas”.
Hernández García abundó que con la crisis migratoria de hace apenas dos años pasando la pandemia del Covid 19, la estrategia migratoria cambió por parte del Instituto Nacional de Migración hacia la capital y ello ocasionó que la ciudad se llenará de muchos migrantes y en ese sentido generó que la casa obsoleta y rebasada en su capacidad; varias noches hombres durmieron en las banquetas, mientras que en el interior se albergaba a niños y mujeres, en los últimos meses, a partir de noviembre bajó el flujo y el acceso a la Casa del Migrante Jesús Esperanza en el Camino.
Hernández García, reiteró que el trabajo de la Arquidiócesis con los migrantes es muy arduo y amerita de una gran capacidad de los agentes de pastoral en el sentido humanitario para poder empatizar con las personas, pues llegan después de una travesía muy larga desde Sudamérica y Centroamérica, la realidad de los migrantes es una serie de violaciones a sus derechos humanos, heridas, y un gran resentimiento, pero que no dejan de mantener la esperanza.
“Nos toca acompañar los rescoldos de esperanza para que su camino sea más alentador, no lo logramos al cien por ciento, pero si la acogida, la ayuda solidaria para llenarlos de energía para que sigan adelante", afirmó el clerigo..
Y explicó que "la ayuda consiste en dos modalidades, en la Casa del Migrante Jesús Esperanza en el Camino, y ambulatoria en los campamentos que van formando en los municipios, donde voluntarios colaboran con ropa, víveres, medicinas, y las parroquias de la ciudad se organizan para llegar a los campamentos para repartir alimentos, que a la vez, hacen una contención emocional”, compartió.