Abu Dhabi, EAU.- El Museo Louvre Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes Unidos, recibió en agosto pasado en préstamo cinco piezas arqueológicas mexicanas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con lo que se marca el inicio de la colaboración entre el Louvre y el INAH.
Del otro lado del mundo se encuentra una cara conocida: la Cabeza Olmeca número 5, que recibe al público en el museo. La roca colosal de imponente rostro detiene el paso de los turistas y, pese a su semblante serio y solemne, los invita a tomarse fotos. “Es la pieza más fotografiada del museo actualmente”, dice Guilhem Andre, director de colecciones del museo.
“Es una larga historia, se trata de una serie de colaboraciones que comenzaron hace tres o cuatro años con las autoridades por actividades relacionadas con manuscritos, no originales, pero sí copias de alto nivel de códices mexicanos. Poco a poco nos movimos a la idea de tener una colaboración más cercana con México y empezamos a discutirlo con el INAH”, cuenta Andre.
Estos Tesoros de México, como los presenta el Louvre, no se exhiben en conjunto, sino que están dispersos entre las salas del museo. La muestra abrió el pasado 20 de septiembre y permanecerá hasta abril de 2025.
El director de colecciones del recinto explica que se debe a que las piezas arqueológicas fueron colocadas de acuerdo a la narrativa del museo, que en orden cronológico cuenta la historia de la humanidad, desde los años 100 - 700 a.C. —con piezas antiquísimas como una venda de momia egipcia del año 300 a.C— hasta la época actual.
La Cabeza Olmeca, que viene del Museo de Antropología de Xalapa, se ha robado las miradas, no sólo destronó a la pintura Napoleón cruzando los Alpes (1803), de Jacques-Louis David, como la pieza más fotografiada del museo, sino que su llegada implicó modificaciones para el recinto.
Entre mármoles y mosaicos de la antigua Roma, jarrones griegos con personajes como Hércules y reliquias asiáticas se exhiben dos piezas mexicanas: una máscara de Teotihuacán, que data de entre los 200 y 400 a.C. y de la que Andre destaca el nivel de conservación de los dientes; y un quemador de incienso, de la misma época y zona, el cual aún tienen restos de copal.
En la sala 2, dedicada a la Edad Media, hay una sala paralela, como una especie de apéndice, con piezas mexicanas y de Centroamérica —de países como Panamá, Costa Rica, Puerto Rico y Bolivia.
Esta presentación de la sala en forma de paréntesis es la manera del Louvre de “reconocer la existencia del continente americano aun cuando todavía no se había descubierto. Como el continente no tenía tanta conexión con el mundo exterior, la habitación está un poco separada al resto para reflejar ese hecho histórico. Era importante para nosotros tener una sala dedicada a América”, dice el director de colecciones.
En este apéndice están las dos piezas restantes, una máscara de jade de Calakmul, que por primera ocasión se exhibe fuera de México. Data de entre los años 200 y 400 a.C. y se muestra en una vitrina con otras formas de representación humana de Centroamérica.