En un mundo donde la educación es clave para el desarrollo personal y profesional, los seguros educativos emergen como una herramienta que busca asegurar el acceso continuo a la enseñanza.
Un seguro educativo, es un producto financiero diseñado para cubrir los gastos relacionados con la educación de los beneficiarios asegurados. Este tipo de seguro puede cubrir desde la educación básica, hasta la educación superior; incluyendo colegios privados, universidades y otros programas educativos especializados.
De acuerdo a la CONDUSEF, de las más de 120 millones de personas en México, solamente el 0.39% cuenta con este servicio, lo cuál refleja una minoría abismal, pero, ¿por qué es esto así?
Humberto Maldonado Armas, agente de seguros, y con una trayectoria que supera los 30 años, destacó que esto es ocasionado por la manera errónea en la que la gente piensa de este tipo de ayuda, ya que visualizan esto como un gasto, y no como una inversión.
“Lamentablemente, la cultura del seguro en nuestro país, no está completamente arraigada como en otros países, de tal forma que hay demasiada ignorancia al respecto; y el seguro, la gente lo considera un gasto, y no una inversión, sólo hay que cambiar de mentalidad, hay planes para toda ocasión, y para todos los bolsillos”, dijo Maldonado Armas.
También pudo resaltar que el rango de precios para un seguro educativo, parte desde los 6 mil pesos en adelante, y las opciones para irlo pagando, pueden ser de forma anual, semestral, trimestral, y mensual, todo dependiendo de lo que busque el cliente.
El punto clave llega cuando Humberto, contesta a la interrogante acerca de qué clases sociales podrían permitirse invertir en un seguro educativo. “Yo considero que cualquier persona que tuviera el dinero para poder invertir, puede hacerlo; pero normalmente, este tipo de inversión para un seguro educativo, se da en un nicho de mercado de clase media y alta”, declaró.
Ana María García de la Cruz, quien es madre y abuela, comentó que hace muchos años, una aseguradora le ofreció un seguro educativo para sus hijos, pero tuvo que declinar la oferta, ya que en ese momento de su vida, no contaba con los recursos económicos suficientes para poder pagarlo.
Pero a pesar de ese episodio, también recordó que cuando trabajó en el área académica, observó a más de un joven con seguro educativo. “Yo soy jubilada de una Escuela Normal de Educación Especial; treinta y un años estuve trabajando ahí, y vi que muchos muchachos estaban con seguros acá y les ayudó mucho”, comentó.
Este ejemplo demuestra que, si bien la falta de recursos puede ser una interferencia; la desinformación termina siendo un factor mayor por el cuál las personas no buscan invertir en el futuro de sus hijos, ya que al no documentarse bien acerca de los diferentes planes, terminan optando por no acercarse a una aseguradora.
Candy, una madre de familia, comentó no estar familiarizada con el funcionamiento de un seguro educativo; pero momentos después de haberle explicado, admitió que sería muy útil contar con uno de estos, siempre y cuando sea accesible.
Ella dijo: “Sería de mucha ayuda, ya que varios de los alumnos no cuentan con uno de los padres, y la verdad sería buena opción. Quinientos pesos quincenales sería accesible; arriba de mil pesos sería ya muy caro”.
La realidad es que, en México, existen diversos tipos de seguros que pueden aportarle beneficios a la ciudadanía, pero por la poca difusión que se les hace a estos, las personas desarrollan una cultura en la que estos beneficios son un “lujo” que no pueden permitirse.