Si existe algo peor después de que tu familia se desintegre, es que la necesidad económica entre por la puerta principal de tu casa, sin experiencia, recursos o una red de apoyo con acceso a créditos así es como inician las micro, pequeñas y medianas empresas en México, un 53.2 por ciento para ser exactos.
Esto fue lo que desgraciadamente le pasó a Mónica Martínez, una joven que después de presenciar el doloroso divorcio de sus padres, tuvo que armarse de valor para crear su propio negocio y ayudar a su mamá a que las cuentas de la casa no la ahogaran.
Era 2021, Mónica contaba con 20 años de edad y se encontraba cursando la universidad; sus padres ya tenían más de tres años separados, pero un problema que se mantenía de manera constante, era el que su padre no siempre le podía mandar a su madre la parte acordada de dinero para los gastos del hogar.
Al ver la crisis, decidió crear su propio negocio de snacks picosos, el cual llamó “Chily Snacks”. Es así como empezó la historia de este emprendimiento con corazón. Es bien sabido que cuando alguien decide crear un negocio en donde el jefe, los empleados, y los inversores (al menos al principio), son una misma persona, las complicaciones están a la orden del día.
Los primeros problemas para Mónica, como era de esperarse, fueron los económicos, ya que tuvo que gastar no sólo en los diferentes dulces para surtirse, sino que también en transporte.
“Para mí lo más difícil de manejar mi propio negocio, es principalmente la economía, porque tengo que estar yendo a lugares en donde surto mis productos, a comparar precios cada quincena para que yo vea en que lugares me resulta mejor invertir, para que así me pueda quedar una buena ganancia a mí, y también sean con productos de calidad los que yo ofrezca“, comentó la joven emprendedora.
Otra parte difícil de iniciar un emprendimiento, es que al principio, a causa del desconocimiento por parte de las personas a este, las pérdidas van a hacerse notar mucho; Mónica en este sentido dijo que: “A mí me pasaba muchísimo, que invertía y le dedicaba muchas horas a mi emprendimiento, para que al final, sólo pudiera recuperar el 10% de lo que había invertido”.
Eventualmente, con la ayuda de las redes sociales, ella pudo darle difusión a sus productos, y también creó un logo para su negocio, para que de esa manera, fuera más fácil identificarlo. A pesar del duro comienzo, el tiempo se fue convirtiendo en el mejor aliado de Mónica, ya que conforme pasaban los meses, su clientela empezó a crecer más.
El camino fue complicado; pero con mucha persistencia y fe, aquella chica de 20 años preocupada por los gastos de la casa, actualmente puede ayudar a su madre a pagar más de un recibo.
“Hasta ahorita, gracias a Dios, y gracias a mi negocio, he llegado a poder solventar lo que es el internet, la luz, y la despensa quincenal”, concluyó diciendo una hija ejemplar.
Un emprendimiento no se trata de cualquier cosa, hay que tener valor para tomar decisiones, tener claro lo que quieres vender y la forma en la que lo harás, tener el coraje para atravesar momentos difíciles, y ser persistentes para poder llegar a ver los frutos que desde el comienzo se quisieran ver. Es por ello que historias como estas motivan a más de uno, a no tener miedo de empezar desde cero.