QUINTANA ROO. Lo que prometía ser una mejora en la atención médica para miles de ciudadanos de Playa del Carmen, se ha convertido en una pesadilla. Desde que el Gobierno Federal tomó el control del Hospital General de Playa del Carmen en marzo del año pasado, las condiciones del centro médico han ido en picada, dejando a pacientes y trabajadores en completo abandono.
El hospital, que antes era operado por los Servicios Estatales de Salud (SESA), fue entregado al IMSS-Bienestar con la promesa de una transformación. Hoy, lo único que ha cambiado es el nombre, porque la realidad dentro del nosocomio es alarmante: no hay medicamentos básicos como ketorolaco, omeprazol, dexametasona ni fenitoína sódica. Tampoco hay camilleros, por lo que pacientes graves deben esperar, o ser movidos por familiares o personal agotado que intenta hacer lo imposible.
“Esto ya no es un hospital, es un cascarón vacío. No tenemos con qué trabajar, y lo poco que hay, hay que reciclarlo”, denuncia un trabajador que pide anonimato ante el temor de represalias. Los monitores vitales apenas funcionan, las tomas de oxígeno fallan constantemente, y la reutilización de materiales médicos se ha vuelto la norma.
Como si eso no fuera suficiente, el hospital ahora obliga a contar y devolver las sábanas, incluso sucias, porque están bajo contrato con una empresa privada, y si falta una, se cobra al hospital. Esto, mientras servicios básicos como intendencia y seguridad están a cargo de “empresas fantasmas” que, según señalamientos internos, podrían estar involucradas en desvío de recursos públicos.
Y mientras el hospital se cae a pedazos, el gobierno federal contrata “recomendados” para ocupar cargos administrativos, sin experiencia médica, mientras las áreas críticas siguen sin personal operativo. “Aquí importa más tener una palanca que un título médico o un compromiso con los pacientes”, señalan indignados los trabajadores.
La situación es insostenible. Médicos, enfermeros y trabajadores exigen una intervención inmediata, una auditoría profunda y acciones concretas para evitar que esta crisis se convierta en tragedia. Miles de personas dependen del Hospital General IMSS-Bienestar de Playa del Carmen, y hoy su derecho a la salud está en juego.
Hasta ahora, el IMSS-Bienestar y las autoridades federales han guardado un preocupante silencio.