BELÉN, PALESTINA.— «No podemos celebrar cuando nuestros hermanos y hermanas en esta tierra padecen hambre y muerte», expresó el párroco Rami Asakrieh, desde la Iglesia de Santa Catalina, colindante con la ortodoxa Basílica de la Navidad, centro de peregrinaje cristiano mundial.
Las calles de Belén, que según los evangelios cristianos señalan como la aldea en que nació Jesús, están vacías, los lugares donde la tradición cuenta que el Niño Dios pasó su infancia, están ausentes de peregrinos y turistas cristianos.
No hay luces navideñas, ni villancicos. Son las navidades más tristes que recuerden sus habitantes que han decidido estar de luto por lo que ocurre en Palestina.
La Iglesia Evangélica Luterana en Belén ha ido más allá en estos tiempos de urgencia: Montó un nacimiento singular, colocó a Jesús entre lo que parecen ser los escombros de un bombardeo, y el Niño Dios está envuelto con una prenda rojiblanca que se ha convertido en símbolo de resistencia palestina, la prenda conocida como kufiya.
El pastor Munther Isaac ha explicado el mensaje de paz, esperanza y reflexión que desean enviar a todo el mundo: «Así es la Navidad en el lugar de nacimiento de Jesús: niños asesinados, casas destruidas y familias desplazadas».
El clérigo protestante lamentó que «si Jesús volviera a nacer en nuestros días, lo haría bajo los escombros de una casa en Gaza».