Mágica, espectacular y fascinante son algunos de los conceptos que asistentes al Museo de Antropología definen a la exposición Amazonia, del fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado, que se exhibe en el Museo de Antropología hasta el 4 de mayo.
La exposición es a la vez un testimonio sobre el ecocidio, una enseñanza acerca de la protección de la naturaleza y su hermosura, y una inmersión en la experiencia de las culturas asentadas en la selva.
Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la exhibición inaugurada el 7 de febrero había recibido hasta el domingo pasado a 105 mil personas. Durante el asueto de Semana Santa el recinto tendrá su horario habitual de martes a domingo, de 9 a 18 horas.
Amazônia incluye una sección dedicada a visitantes con debilidad visual o ceguera, donde se exhiben 21 fotografías táctiles, creadas a instancias de Lélia Wanick, que ofrecen una experiencia sensorial para este público específico, aunque también han sido disfrutadas por buena parte de los asistentes, en especial los menores de edad.
Los visitantes son recibidos con una fotografía frontal de un árbol ubicado en el territorio yanomami en São Gabriel da Cachoeira, cuyo frondoso follaje oculta sus ramas. La exuberancia se impone al blanco y negro de la imagen para evocar la variada tonalidad del verdor que confronta al espectador, mientras el sonido de la sala permite imaginar las aves a través de la composición del francés Jean-Michel Jarre.
Más allá de esta foto suspendida, se observa la profusión de 230 imágenes organizadas en núcleos temáticos, también colgadas por cables y en las paredes, así como en pequeños recintos circulares que refieren a las moradas de ciertas culturas que habitan el territorio selvático.
Las tomas son el resultado de siete años de viajes del fotodocumentalista en el Amazonas que se dividen en las temáticas Lluvias torrenciales, Montañas, Paisajes aéreos, Ríos aéreos y Grupos indígenas. Además, hay fotos de la fauna y un apartado que retoma la labor del Instituto Terra, proyecto de reforestación de Salgado y Lélia Wanick, curadora de la muestra y pareja del artista.
Itzia Villicaña y Alejandra Jiménez, subdirectora de Exposiciones Internacionales y coordinadora de proyectos, respectivamente, de la Coordinación Nacional de Museos del INAH, destacaron la importancia de esa iniciativa de rescate de la naturaleza contra el calentamiento global y la deforestación, que ha logrado regresar la vegetación de millares de hectáreas.
La muestra aborda a diversos residentes del territorio indígena Xingu, una reserva indígena creada para proteger a grupos étnicos como los awá-guajá, zo’é, suruwahá, yawanawá, marubo, macuxi o yanomami.
El fotógrafo en ciernes Juan Amaya reseñó que en esta visita veo esas cosas que antes no habría visto. Salgado intenta recuperar toda la parte de las culturas y como cada una tiene su forma de experiencia y mirada. A través de la fotografía te transmite el mensaje general de la Amazonia, de cómo se vive y la forma en la que se estructura.